En cierta ocasión, un hombre caminaba por la playa
en una noche de luna llena.
Iba pensando de esta forma:
Si tuviera un carro nuevo, sería feliz.
Si tuviera una casa grande, sería feliz.
Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz.
Si tuviera una pareja perfecta, sería feliz, cuando tropezó
con una bolsita llena de piedras.
Comenzó a arrojar las piedritas al mar una por una
a la vez que decía:
Sería feliz si tuviera.....
Así lo hizo hasta que solo quedó una piedrita
en la bolsita, que decidió guardar.
Al llegar a su casa vio que aquella piedrita
era en realidad un diamante muy valioso
¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar
sin detenerse a pensar?
Así son las personas -arrojan sus preciosos tesoros
por estar esperando lo que creen perfecto o soñado
y deseando lo que no tienen, sin darle valor
a lo que tienen cerca de ellas.
Si mirasen alrededor, deteniéndose a observar,
percibirían lo afortunadas que son.
Muy cerca de si está su felicidad.
Cada piedrita debe ser observada -puede ser
un diamante valioso.
Cada uno de nuestros días puede ser considerado
un diamante precioso, valioso e insustituible.
Depende de cada uno aprovecharlo o lanzarlo al mar
del olvido para jamás recuperarlo.
Y tú ¿cómo estas lanzando tus piedritas?
que pueden ser novio(a), amigos, hijos, esposo(a),
trabajo e incluso tus sueños....
Texto de Paulo Cohelo